El grupo estaba formado por Lucy
Gómez Sánchez, Luis Alberto y José Carlos Meléndez, todo ellos de Perú, Karen Novoa de Chile y quien escribe Ana Freijo de Argentina.
El camino era algo que nos preocupaba sobremanera,
porque al no tener una dirección exacta, ya que se trataba de un viñedo, era imposible ubicarse utilizando un GPS, cosa que por estos días se ha hecho imprescindible
para moverse dentro de un país que no es el nuestro.
Apenas orientados con un mapa, y
como era de esperar… nos perdimos, ya pasada la hora de cita que nos había dado la gente de la bodega. Afortunadamente logramos hacer contacto telefónico
con el señor José Miguel Montes, hermano de Aurelio Montes, quien había llevado adelante las tratativas de nuestra visita. Muy amablemente el caballero nos
indicó de qué manera orientarnos y poder continuar viaje. Es así que apenas con unos nombres escritos en un papel y encomendándonos a todos los santos
(San Miky incluido), decidimos seguir viaje y no desistir en el intento de llegar. Afortunadamente la gente de Ventisquero son personas maravillosas y decidieron esperarnos para
recibirnos.
En verdad fue toda una experiencia, desde el mismo comienzo, porque el camino es precioso, la
naturaleza se brinda de una manera en esas latitudes que nos ha dejado gratamente sorprendidos e íntimamente pensábamos que aunque no diéramos con el
lugar, el viaje había valido la pena, solo con ver y deleitarnos con tan bonito espectáculo natural.
A nuestra llegada al fondo y tras franquearnos el paso la gente de seguridad, previo a tomar nuestros datos, nos guiaba el ingreso
un precioso camino de vides hasta llegar a la propia bodega donde nos recibieron tres hermosas banderas, México, Chile y Ventisquero flameaban en los mástiles como
felices por nuestra llegada y enarboladas por el viento de la cordillera.
El paisaje era espectacular, hasta donde llegaba nuestra vista y mas allá también se extendían las plantaciones de viñedos, regadas por
el hermoso sol que se manifestaba esplendoroso.
Muy
amablemente Francesca salió a nuestro encuentro, quien sería la que nos guiara por toda la bodega durante nuestra visita. Fue muy cálido su recibimiento,
sentíamos que estábamos en un lugar casi sagrado para nosotros.
Se interesó por
nuestro motivo de visita al viñedo y sobre todo por saber cuáles eran los motivos por el que nos interesaba conocer también detalles sobre el vino Único Luis
Miguel. A lo que respondimos contándoles de nuestra admiración por este artista desde hace años y el deseo de conocer un poquito más de aquellas cosas que
tanto apasionan a Miky.
Particularmente me
atraía mucho el saber porque de entre tantas zonas vitivinícolas del mundo Luis Miguel había elegido precisamente esta y más aún a Ventisquero para
elaborar su vino, ese sabor que lo representa.
Cumplidos los saludos de rigor nos
invitó a que la acompañáramos en el recorrido de todo el lugar. Comenzamos por el sitio donde ser recibe la uva apenas llega a la bodega, de los 7 viñedos
que tiene Ventisquero diseminados por todo Chile. Casablanca (Valle de Casablanca), Tantehue (Valle Central), Peralillo, Patacón/Lolol , Apalta (Valle de Rancagua) y Trinidad
(Valle del Maipo). De esta última plantación es donde se extrajo la uva con que fue elaborado Único Luis Miguel.
Nos explicó cómo es que se hace la selección de la uva, de qué manera se transporta
de acuerdo a las distintas variedades y calidades de vinos y de qué forma se hace la separación de uvas y tallos de cada racimo.
El espacio es amplio y se encuentra al aire libre, toda la estancia está adaptada a la zona y al ecosistema del lugar. Se ha tenido en
cuenta de que sea una bodega totalmente amigable con la naturaleza incluso hasta los colores elegidos para la fachada del lugar.
Fue en este mismo lugar donde se hizo la presentación del vino Único Luis Miguel en el año
2005, en ese mismo espacio se armó el escenario, bajo un gazebo muy grande. Ahí mismo se ubicó la prensa especializada y debidamente acreditada pera este gran
lanzamiento.
Ventisquero es una bodega que exporta
el 80% de los vinos que elabora y solo se dedica a vinos Reserva, Gran Reserva y Premium o Alta Gama.
Luego recorrimos el lugar donde se realiza la fermentación del vino, donde reposa el mosto. Son unos enormes depósitos de acero inoxidable, que tienen
distintos tamaños de acuerdo también a la calidad del vino. Los depósitos más pequeños son los que albergan el vino con el que se elaborará el
producto de más Alta Gama de la bodega. También vimos cada uno con su mecanismo de enfriamiento para mantener las condiciones necesarias para lograr el producto
deseado.
Desde lo alto del lugar observamos el
exclusivo espacio que ocupan los enólogos en su trabajo, lugar que visitara Luis Miguel junto a Aurelio Montes en varias oportunidades a lo largo de la creación de su propio
vino.
Pudimos observar los toneles de roble donde
reposa el vino que pasa por madera, algunos hasta 20 meses. Son unos 4.500 barriles muy prolijamente ordenados y cuidados con los más sofisticados equipos para
mantener la temperatura y humedad necesaria para obtener el mejor resultado.
Regalándonos un
detalle curioso, y no tanto, Francesca nos comentó que durante el último terremoto que sufriera Chile, Ventisquero no había sufrido daños y no se había
perdido ni un solo barril de toda la estiba, gracias a su cuidadoso sistema de apilado que permitió que a pesar del movimiento intenso, nada perdiera su lugar.
Pudimos ver el proceso de alistamiento del producto ya que luego del
embotellado el vino se deja reposar y finalmente cuando sale a la venta el producto se realiza el etiquetado y empaque final de las botellas.
Como gran broche de oro, nos esperaba una deliciosa cata de sus mejores
productos, cuatro deliciosos vinos entre los que se encontraba Queulat (Carménère), Vértice (Carménère/Syrah), Pangea (Syrah) y por supuesto
Único Luis Miguel (Cabernet Sauvignon/Syrah).
El
lugar de cata era delicadamente acogedor, y perfectamente preparado para tal fin. Varios puestos de cata reservados alrededor de una mesa, cuatro copas frente a nosotros, sobre un
individual de fondo blanco, como debe ser, el recipiente para descartar el vino y una exquisita tabla de quesos, galletas y frutos secos para acompañar la experiencia.
Compartimos todos juntos un video que nos mostro la gran familia que es Ventisquero, el amor y el cuidado
que ponen en cada proceso del trabajo, desde el cultivo de la vid hasta el envasado del producto. Fue en este momento en que comprendí después de todo lo recorrido el
porqué Luis Miguel había elegido este valle, esta bodega y esta gente para elaborar su propio vino. Definitivamente tenía que ser Ventisquero.
Muy amablemente Pía, somelie de la bodega, nos guió en esta
maravillosa y reveladora experiencia sensorial. Fue ella la encargada de guiarnos en cada momento de manera magistral, destacando las cualidades de cada vino, explicando con detalles
cada paso de la cata.
Casi como una charla matizada de detalles y sabores nos contó que
ella misma fue la que en varias oportunidades preparara la cata para Luis Miguel en varias de las tantas pruebas de combinaciones y mezclas. Que Único Luis Miguel llevó tres
años de pruebas para lograr el sabor deseado.. aquella elección que nos haría desear tantas veces disfrutar de este vino. Fueron varios viajes de Luis Miguel hasta Chile
y otros tantos de Aurelio Montes a Los Ángeles hasta obtener el resultado óptimo.
Finalmente luego de tan reveladora experiencia nos ofrecieron un libro de visitas para dejar nuestro comentario sobre este recorrido,
así como también tuvimos la posibilidad de adquirir varios de los vinos que se nos antojaron después de haber podido saborearlos.
Fuimos atendidos de maravillas, nos sentimos prácticamente agasajados
y estaremos profundamente agradecidos a la gente de Ventisquero y Wine Mex por el hermoso detalle de recibirnos.
Ana Freijo